No sè en que momento dejè de ser la chica despreocupada y feliz que solia ser, no sè como comenzò todo, tampoco sè cuando empezè a querer màs y màs... cuando decidì emprender el camino hacia la perfecciòn.
[!Claro que lo sabes!. . . No hay màs ciego que el que no quiere ver, ja]
Mamà: -¡Mira 'nomas! ya estàs bien flaca, hasta se te ven los huesos.
Alice: -Seee, como no. . .
. . . Despuès de unas horas me descubrì encerrada en el cuarto de baño miràndome fìjamente al espejo, moviendo mi cuello de un lado a otro, izquierda... derecha...
aùn recuerdo la satisfacciòn que sentì recorrer mi cuerpo cuando veia mis huesos marcarse al giro de mi cuello, al cruzar mis piernas, al estirar mis brazos, al apoyar mis manos en alguna superficie, al despertar y tocar mi abdomen para poder sentir los huesos de los costados. . .
Esque no sè que pasò, no sè. . .
sòlo me vienen recuerdos de los momentos en que me sorprendì a mi misma mirandome al espejo eternamente buscando algo nuevo que se me pueda marcar por el cuerpo.
Mentirìa si digo que no me gusta, no, no me gusta... ¡Me encanta! a d o r o sentir mis huesos marcarse, poder verlos atravès del espejo, pero tambièn me da un miedo inmenso cuando no los puedo ver, cuando se esconden detràs de mi mòrbido abdomen, cuando me sorprendo tratando de deborar algùn tipo de alimento, cuando me acerco a la cocina, cuando paso horas mirando mis muslos, cuando se me viene el mundo encima por sentir el estòmago lleno.
Lo que si ya no sè, es cuando parar. . . pues ya me descubrì queriendo MÀS y MÀS y MÀS. . .
